El pasado 25 de enero se publicó el informe en el que a nivel general, se destacaban deficiencias en el 51% de las empresas auditadas en China, aunque no todas se consideraron de carácter grave. Sin embargo, un 10% delató deficiencias muy graves, como por ejemplo la contaminación por materia fecal de roedores en los alimentos.
Quizá occidente desconfía con razón de los alimentos procedentes de ese país, pero también lo hacen los propios habitantes de China, hasta el 48% de la población no confía en la calidad y seguridad de los alimentos que se producen. El Made in China se ha convertido en una etiqueta de mala calidad y no sólo en la alimentación, esta es una de las principales razones por las que el gobierno del país ha decidido aumentar el presupuesto que se destina a la seguridad alimentaria.
No está muy claro el propósito del presupuesto presentado por el Ministerio de Hacienda de China y cómo podrá reforzar la seguridad alimentaria, pero parece evidente que se trata de un movimiento provocado por el informe de Asia Inspection. Se anuncia que se luchará contra la corrupción y se revisará la legislación en materia de seguridad alimentaria, algo que por cierto, se anuncia cada año y de forma infructuosa. Quizá
sirva de algo el informe del que se habla aquí y que pertenece a la empresa de servicios de control de calidad, aunque es difícil que los cambios se puedan realizar a corto plazo. El temor al Made in China en los alimentos se ha ganado a pulso, teniendo en cuenta el crecimiento del país y que es el primer exportador mundial de alimentos procesados, harina, patatas, arroz, etc., es obligado incrementar los esfuerzos para que no se asocie el Made in China a la deficiencia y la mala calidad.
A través de la web de Food Quality podemos saber que en el año 2011 se cerraron más de 5.000 empresas por infracciones y delitos en materia de seguridad alimentaria, así mismo, también se sancionaron a muchos funcionarios por las deficiencias administrativas que permitieron la comercialización de alimentos deficientes. Según el Gobierno Chino, sus esfuerzos han logrado reducir significativamente las actividades ilegales relacionadas con la alimentación, también se ha reducido el número de productores que no tenían licencia para ejercer la actividad que desarrollaban. Se habla de una ligera mejoría en la situación, pero teniendo en cuenta lo grande que es el país, su población y el crecimiento industrial, las cifras ofrecidas son insuficientes, el número de actividades ilegales sigue siendo muy elevado.
Suponemos que el presupuesto citado servirá para incrementar el número de inspecciones que se realizan, un primer paso para garantizar la calidad y la seguridad de las empresas dedicadas a la alimentación. Como decíamos, el proceso será mucho más largo y hay que tener en cuenta que una vez se pone una etiqueta, eliminarla es bastante complicado. El Made in China es para algunos consumidores la definición de calidad deficiente, o peor, de toxiinfección alimentaria, lamentablemente pagan justos por pecadores ya que seguramente muchas empresas del país se esforzarán por ofrecer los mejores productos, pero han sido tantos los escándalos alimentarios que también pagan por el Made in China.
China va a trabajar duro para mejorar la seguridad alimentaria, deberá ofrecer muy buenos resultados antes de que los consumidores más reticentes terminen dando un voto de confianza. No tardaremos en conocer los nuevos proyectos y las medidas que se adoptarán para intentar quitarse de encima la asociación a la mala calidad, el fraude, las deficiencias sanitarias, etc
Fuente: Agromeat
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