Desde la detección de las que se consideran dos de las principales crisis alimentarias, la de las vacas locas y la fiebre aftosa de 2001, se ha demostrado la importancia de contar con protocolos de actuación específicos para hacer más rápida la gestión de la crisis. En este contexto, el pasado mes de diciembre se aprobó el informe Compartiendo protocolos, experiencia y conocimiento sobre la gestión y la comunicación en crisis alimentarias, que recoge todos los aspectos sobre la gestión y comunicación de crisis. El artículo explica que el objetivo de medidas como esta es conseguir una mayor transparencia de la información y una mayor confianza del consumidor y cuáles son las herramientas con las que se cuenta.
En la gestión de una crisis alimentaria, las actuaciones que se toman en las primeras horas son fundamentales. Además, debe tenerse en cuenta que la efectividad de las medidas adoptadas depende de que se ejecuten de manera rigurosa los protocolos y procedimientos adecuados. Según un estudio de la Universidad de Michigan, “la buena gestión de la crisis depende de las acciones que se toman en las primeras 48 horas”.