martes, 31 de marzo de 2015

Paraná: denuncias públicas por comidas con objetos extraños

Clientes de establecimientos gastronómicos de Paraná exponen el problema en Facebook. Los menúes vienen con etiquetas y curitas. Bromatología advierte falta de higiene y capacitación

Una salida a cenar afuera puede convertirse en un momento desagradable si el menú elegido contiene elementos extraños: curitas, etiquetas de precios y cualquier tipo de objeto que contamine la comida. Se trata de una experiencia que padecieron vecinos de Paraná y cuyos casos fueron dados públicamente a conocer a través de la red social Facebook. En las últimas tres semanas fueron tres los casos denunciados a través de este medio, pero según estadísticas del Instituto de Control de Alimentación y Bromatología de Entre Ríos serían muchas más las exposiciones que se reciben por falta de higiene y controles en complejos gastronómicos que ofrecen comida no envasada. 
La curita aparecida en una empanada de un bar de calle Juan Domingo Perón de la capital provincial generó un encendido rechazo y todo tipo de comentarios de los usuarios del soporte creado por Mark Zuckerberg.
A los pocos días una situación similar se replicó en el resto bar de Peatonal San Martín cuando una habitual clienta pidió uno de los menúes ofrecidos en promoción en la carta: un plato en base a pollo y verduras elaborado en un wok. Según se pudo conocer, la comensal hizo notar que la comida tenía un papel perteneciente a un paquete de brotes de soja y acordó con el mozo que se le prepara el mismo menú, aunque claro, garantizando las condiciones de higiene del alimento. La saga de episodios culinarios de este tipo no acabaría allí, ya que el viernes una cibernauta denunció lo siguiente: “Dentro de la salsa criolla... así es en O...”. Como testimonio de lo sucedido publicó una foto en su muro en el plato acompañado de una etiqueta con el precio exhibido con un tenedor. Se refería de ese modo a uno de los platos típicos del bar, pub y comedor ubicado en avenida Costanera y Acuerdo de San Nicolás.
“Cuando se trata de establecimientos que venden comida al público, nosotros actuamos mediante denuncias. Se activa lo que llamamos el sistema de vigilancia alimentaria, y acompañamos la denuncia responsabilizándonos de las estructuras municipales de los lugares. Los bares, los comedores, están controlados por dependencias municipales, en cambio la administración provincial se encarga de controlar la producción alimentos envasados. Estos alimentos que se venden al público sin envasar habitualmente tienen controles municipales”, informó el director del Instituto de Control de Alimentación y Bromatología, Pablo Basso.
En caso de recibirse una denuncia de estas características, el organismo procede acompañando la misma, a su vez eleva una presentación ante la dependencia municipal competente y en forma simultánea realiza un seguimiento de las actuaciones que se llevan adelante. “No es solamente el control y la inspección, sino que tiene que ir acompañado de nuevas capacitaciones a la gente que está manipulando alimentos. Esto parecería ser un descuido, pero puede estar provocado por algún desconocimiento de alguna medida del trabajador a la hora de manipular alimentos”, aseguró el bioquímico.


Consultado por el nivel de denuncias referidas a estas circunstancias irregulares, el funcionario sostuvo que es variable el número de presentaciones, pero aseguró que las mismas aumentan durante la temporada estival. Reconoció que las denuncias tienen un componente distinto, que a veces responden a diferentes intereses y hasta con cuestiones personales. “Por allí sospechamos que no son serias o que estén provocadas por algún otro motivo. Les damos curso a todas las denuncias”, precisó. Mencionó que entre las denuncias más comunes los clientes aseguran haber presenciado cucarachas en establecimientos gastronómicos. Sobre las razones que explican el aumento de esta anomalía en tan corto período de tiempo, el titular de la repartición indicó: “Hay lugares que tienen efectivamente falta de higiene y eso se corrige fácilmente, porque es una cuestión de imponer las condiciones de trabajo que deberían tener. Cuando se trata de falta de capacitación, hay que perder un poco más de tiempo. Nosotros brindamos la capacitación gratuitamente y a veces hasta las exigimos”. 

Sanciones
Basso señaló que por este motivo se debieron clausurar algunos locales y hasta se aplicaron sanciones. Las medidas de inspección ante irregularidades, a cargo de personal de Bromatología, se inclinan por una política de acompañamiento a los comerciantes en vez de recurrir a la multa. Se trata de una clausura provisoria que apunta “a resolver el problema, no lo hacemos con el carácter punitivo de castigar el lugar”, subrayó.
El profesional resaltó que el objetivo de cualquier negocio dedicado a la venta de comida “no es vender productos contaminados o en mal estado que le pueda hacer mal a una persona. Nuestra tarea es indicar dónde están los errores y cómo resolverlos”.
Si bien el problema se replica en diferentes puntos de las provincia, el mayor nivel de denuncias procede de las localidades con mayor cantidad de habitantes y de complejos gastronómicos, “pero por una cuestión de conciencia ciudadana con respecto al tema de la alimentación”. Basso consideró propicio no brindar números de las cantidad de denuncias realizadas, a raíz que las mismas no tienen la entidad que se pretende.
“Hemos tenido denuncias de lugares que no existen, pero pasan este tipo de cosas”, enfatizó. Puso como principal recomendación realizar la denuncia, la forma más efectiva de visibilizar el problema y que se cumplan los derechos de los consumidores afectados por esta situación.

Una problemática sensible para la comunidad 
Si bien trascienden a través de soportes digitales, las denuncias por alimentos que carecen de las condiciones de higiene exigidas se acumulan en las reparticiones encargas de controlar que se cumplan las normas. Si bien la lupa se fija sobre establecimientos dedicados a la gastronomía, las irregularidades también salen a la luz en productos envasados que se comercializan en forma masiva.
En relación a los comedores cuestionados por la falta de control de calidad de sus productos se encuentra un bar que vendió una empanada con una curita. La imagen se viralizó, aunque la persona afectada buscó generar conciencia antes que desprestigiar al comercio en cuestión. 

Fuente: UNO Entre Ríos

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