Los ingredientes se introducen en cinco cápsulas según las recetas que se venden con la máquina y el plato sale "impreso". Se podrá comprar desde finales de este mes por 1.000 euros a través de Internet.
Una máquina que "imprime" comida, dulce y salada, ya es realidad y se podrá comprar desde finales de este mes por 1.000 euros a través de Internet. La "impresora" de comida Foodini, creada por la startup española Natural Machines, prepara la comida, no hierve ni cocina. "Pero en un futuro se hará para que funcione como horno", dijo Emilio Sepúlveda, cofundador de la empresa.
Los ingredientes se introducen en cinco cápsulas según las recetas que se venden con la máquina y el plato sale "impreso". La rapidez y la posibilidad de diseñar formas originales con los alimentos son sus principales atractivos.
Las pizzas por ejemplo se elaboran en 10 minutos, y también los ravioli o los spaghetti. "Los italianos nos dicen que las pizzas hay que hacerlas a mano pero ya nos han pedido varios que vayamos a Italia a mostrar la máquina", cuenta Sepúlveda. Países como Gran Bretaña o Estados Unidos están "más abiertos a usar la tecnología", dice el cofundador de la empresa, que también ha recibido peticiones de Brasil. La máquina permite rediseñar los platos y elaborar "fish and chips" de papa y bacalao, o "nuggets" de "verdadero pollo",
explicó Sepúlveda.
También permite elaborar platos atractivos para niños como espinacas con forma de muñecos, diseñar barras energéticas con unas calorías determinadas o recetas celiacas.
Ya hay un restaurante en Barcelona, Dos Cielos, que utiliza Foodini. Sus chefs, Javier y Sergio Torres, dicen que la máquina permite realizar "formas que tú no podrías hacer de otra manera". De momento, el 80% de la demanda procede de particulares y el 20% de negocios. Sepúlveda cuenta que la creación les ha llevado un año y medio y que en ella han participado 12 personas.
"Otras máquinas parecidas se han creado a nivel experimental, pero a nivel de comercialización esta es la primera que además prepara comida tanto dulce como salada", apunta. La idea surgió cuando dos socios de la empresa que tienen una pastelería quisieron crear una máquina para hacer pasteles. "Los clientes nos dijeron que solo para dulces no iban a querer la máquina, así que la hicimos también para comida salada, señala. Sepúlveda reconoce que la máquina aún "crea una barrera psicológica porque se piensa que no es comida".
Fuente: ansa.it
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