viernes, 1 de noviembre de 2013

El valor agregado de la educación - Parte I

Valorar la educación es hacerla política de estado y valorizarla es agregarle los métodos que potencian el poder interior. Educar deriva de educare y significa sacar de adentro el potencial.
Se puede ser eficiente y hacer las cosas bien sin ser eficaz, es decir no hacer las cosas que generan valor. Hay una desconexión entre precio y valor que suele pasar inadvertida

El precio de un tornillo. 
Un  ingeniero arregla una computadora que valía u$s12 millones. Oprime unas teclas, saca un destornillador, aprieta  un tornillo y comprueba que funciona. El presidente de la compañía quiere pagarle. Son u$s 1.000 ¿Mil por un rato de trabajo? ¿Por apretar un tornillo? Se los pagaré si me lo justifica. Al día siguiente, el presidente recibió la factura, sacudió la cabeza y procedió a pagarla en el acto, sin chistar. La factura decía: Detalle de servicios:

1. Apretar un tornillo…1 dólar. 2. Saber que tornillo apretar… 999 dólares.


El error fue juzgarlo por su rapidez, la demora pudo paralizar a la empresa. Con un abono la visita no hubiese tenido costo. Son errores por no prevenir que luego se tienen que curar. En la sociedad del conocimiento hasta un tornillo integra la cadena de valor. El hilo se corta por lo más delgado.

¿Innovación o valor? 
La trampa común es correr detrás de la última tecnología. Cuando los japoneses invadían el mercado con relojes digitales Swatch creó un modelo simple. Apuntó al valor para el cliente, realizando un movimiento táctico brillante. Creó un reloj barato, distinto y de diseño atractivo. Con el concepto de segundo reloj es hoy la mayor empresa relojera del mundo
La investigación de mercado es típica en el marketing tradicional. El consumidor elige lo conocido y busca más cantidad a menor precio. Por el contrario, la investigación en valor estudia la experiencia de compra para brindar una utilidad superior. La competencia tradicional crea productos  genéricos pero hoy, ni la mejor publicidad, logra que se recuerde a su anunciante.

El precio define la compra y rebaja la ganancia de los que luchan entre sí y se reparten el mercado.
En 1908 los autos eran un lujo. Caros, incómodos para transitar en la lluvia y con alto costo de mantenimiento. Pero el Ford T  dejó de lado la imagen, apuntó a los que viajaban a caballo y les ofreció un auto a un  precio menor que el de la carreta. No siempre valor significa mayor precio.

Gestionar el bien. 
La contabilidad refleja cómo decae el valor con el tiempo. Si un bien pierde el 10% anual, en 10 años carece de valor. Pero hay un bien que mejora con el tiempo y con el valor agregado de la educación. Es la capacidad de ser cada día mejores personas y seres más felices.
Para algunos “el fin justifica los medios”, los que deberían sacrificarse para lograr un bien superior. Lenín lo dijo: “que mueran los que tengan que morir pero la patria debe vivir”.
El bien común de una sociedad, en cambio, apunta al bienestar de todos, a crear el contexto que sostenga la calidad de vida y la alegría de vivir. Hay bienes que sirven para sobrevivir y otros que son sólo objetos de deseo. La sociedad de consumo crea necesidades ficticias y convierte al ciudadano en consumidor. Le entrega un radar para que imite la moda y a los ricos y famosos en lugar de la brújula que le permita descubrir en sí mismo al genio que habita en su mundo interior.
“Aldous Huxley en 1932 escribió Un mundo feliz. Allí  predijo una democracia que sería a la vez una dictadura perfecta; una cárcel sin muros de la cual los prisioneros no querrían evadirse. Un sistema donde, a cambio de consumo y entretenimiento, los esclavos amarían su servidumbre”. 
Un país inteligente apuesta por el bienestar, con educación gratuita e igualdad de oportunidades. Aplica la teoría de las inteligencias múltiples para detectar el genio interior que nos habita y lo introduce en la educación. Finlandia detectó que la educación es la condición del progreso social. Logró que el índice Gini, que mide la pobreza, sea muy bajo, es pionera en tecnología y alienta a su gente a superarse. Hace de la lectura un hábito de aprender, disfrutar y cultivarse. Compatibiliza los valores  ligados a lo nacional, con los individuales de  honestidad, lealtad y confianza, para crear una sociedad en la que se puede ser uno mismo, respetar al otro y donde el desarrollo es la meta

La renuncia del adulto. 
¿Y al padre quién lo educa? ¿Transmite una sana cultura del ejemplo? Los chicos temen a las materias duras porque no saben estudiar y su orientación vocacional sigue la ley del menor esfuerzo. No conocen su genio interior y no encuentran vientos favorables porque no saben lo que quieren. En la edad de los principios carecen de PRINCIPIOS. Las pruebas de OCDE muestran que 33% de chicos de tercer grado no entienden oraciones como había una vez y el 50% de sexto grado no resuelve fracciones. El lapso nacimiento-escuela es crítico, el 80% del desarrollo cerebral se da antes de los 3 años de vida. En EEUU, un programa de educación temprana mostró que 1u$s invertido rinde17. Los chicos deben llegar a la escuela listos para aprender y la escuela no debe ser parte del problema. El niño es el padre del hombre. Luego será tarde.

Un viaje al tiempo perfecto. 
Era el tiempo donde los maestros eran las estrellas de la sociedad. Los padres reprendían al chico si ella lo retaba, hoy ellos atacan a la maestra. Hipócrates, padre de la Medicina, dijo: “La Naturaleza es la que cura. Si no quieres estar enfermo, vive según sus leyes. No agredas tu cuerpo, tu mente ni tu espíritu. No hay enfermedades, hay enfermos. No vayas contra la Naturaleza, déjala obrar. Que tu medicina sea tu alimento y el alimento tu medicina”. Osho dijo: El arte puede crear belleza, la ciencia descubrir la verdad objetiva y la conciencia la realidad subjetiva. Y juntos hacer completo un sistema educativo. No podemos retornar al tiempo feliz pero sí retomar sus valores, como mi hijo el d´otor. La cultura del ejemplo es la mejor escuela.

La escala de valores. 
Maslow descubrió la pirámide de necesidades. En su base reposan  comer y dormir, en el medio: seguridad, lazos sociales y deseo de reconocimiento y en la cima trascender y autorrealización. La necesidad  es la madre del invento  que hace crecer los valores que permiten escalar la pirámide. Existe un capital intangible que se aloja entre las dos orejas. Antes prevalecía la fuerza bruta, hoy el músculo es el cerebro. Para derrotar a la pobreza se requieren ciudadanos que disfruten de su éxito, sin que esto implique excluir a las mayorías. No se piensa en la vejez ni en la obsolescencia, por eso no se inyecta la energía de quienes desean progresar. Los ganadores deben enseñar valores antiguos de verdad, sabiduría y modernos de ciencia y  solidaridad. Si enseñan los triunfadores, transmiten un mensaje: “a tener éxito también se aprende”. En Finlandia las estrellas sociales son los maestros. Para Tom Peters, “la premisa es primero formar” y en las capacidades claves, es decir en el 20% de los factores que según Pareto producen el 80% de los resultados

El bien principal. 
No es el capital físico. Más valiosos son: el capital intelectual,  social y la autoestima – la opinión que se tiene sobre uno mismo-. La economía del conocimiento  ayuda a gestionar ese bien. El poder interior se basa en el autoconocimiento ya que para gestionar la felicidad hay que saber lo que se anhela. Poder inteligente es querer con eficacia. Para convertir el espíritu en materia,  hay que sumar el valor agregado de la inteligencia emocional en el disfrute, la imaginación que supera obstáculos, el plan que organiza, la ejecución que concreta y el control que corrige la distancia entre metas y resultados. Para sumar valor  hay que gestionarlo. Administrar es conseguir que se hagan las cosas y Relaciones Públicas es hacer las cosas bien y hacerlas conocer.
Se acostaba temprano, se levantaba antes que nadie e iba al bosque. A pesar de su empeño no podía cortar más que 15 árboles. Cada día quería batir su marca. Sin embargo al día siguiente fueron 7 y el último día estuvo toda la tarde tratando de tirar su segundo árbol. El veía a otro hachero que tiraba 20 árboles trabajando medio día. Inquieto le contó todo al capataz. El capataz le preguntó: – ¿Cuándo afilaste  el hacha?  No tuve tiempo, estuve muy ocupado cortando árboles.
Cuando la rutina nos domina olvidamos que la capacidad  no es cuestión de trabajar más sino de hacerlo mejor. El querer y la voluntad pesan  pero aprender produce el cambio de adquirir destrezas. La capacitación nos permite “afilar el hacha” y superarnos en nuestro desarrollo personal.
La experiencia no conocía  al obstáculo y lo eludió. Alojada en una mente con memoria, junto al deseo, un cuerpo ejecutaba sus decisiones. Ante el obstáculo no sabían qué hacer. La mente creó la razón  que tampoco supo enfrentar obstáculos nunca vistos. Más tarde ideó la capacidad de imaginar mundos posibles donde desaparecían los obstáculos. Advirtieron que la imaginación era tan importante como el conocimiento y que si el deseo era grande el obstáculo se hacía pequeño.

Continuará...

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