viernes, 13 de julio de 2012

La producción intensiva de porcinos es negocio

Con un persistente incremento en la demanda interna y un sector productivo que ha venido respondiendo con calidad y presencia creciente en diversos segmentos comerciales, el negocio de la producción de carne porcina se consolida en el país y podría tener una fase adicional de despegue en zonas no tradicionalmente productoras. 
A partir del año 2002 y hasta el 2010, el consumo de carne fresca de cerdo en Argentina pasó de 1 kilo a 4 kilos por habitante por año. 
A ello se sumaban poco menos de 4 kilos de fiambre, por lo que el consumo total, proyectado al día de hoy, estaría superando holgadamente los 8 kilos por habitante por año. De ese total, se importaba 1,5 kg, fundamentalmente de Brasil, al menos hasta que el gobierno de Argentina restringió el ingreso del producto. 
La producción nacional acompañó este proceso de mayor demanda, con mejoras genéticas y de manejo que incorporaron en la última década y media. 
Las estimaciones del INTA, a nivel nacional, indican que en 2020, la cadena porcina aumentará la producción un 126 por ciento. De ésto, un 80 por ciento será consumo -llegando a 14 kilos per cápita- y un 1.200 por ciento exportaciones. 

Se prevé, en consecuencia, la generación de 23.000 nuevos puestos de trabajo directos (actualmente son alrededor de 40.000) con un saldo de exportación de U$S 160 millones. 
Hoy, la producción porcina nacional se concentra básicamente en las provincias de Santa Fe, Córdoba y Buenos Aires. 
En Mendoza hay 4 ó 5 es establecimientos más o menos importantes. Entre ellos, uno en San Rafael, otro en Tunuyán; otro en Maipú y uno más en Rodeo del Medio. 
Jorge Rodríguez, gerente de Producción de Pucará S.A. (uno de los primeros criaderos intensivos del país, instalado en Tunuyán), ratifica que la producción porcina está teniendo un gran desarrollo en el país, particularmente en los últimos años, por el lugar que ha dejado la carne vacuna. 
Ante la disminución del stock bovino, “empezó a surgir primero la avicultura y luego la producción porcina, que es la que más se consume en el mundo”. 
Desde mediados de los 90, cuando empezaron a prevalecer los establecimientos de producción intensiva, con alta tecnología comenzó a aumentar la calidad de la carne de cerdo. Ahora, ese mejor producto porcino empezó a ganar posiciones en el mercado. 
Argentina produce alrededor del 70 por ciento del total de carne porcina que consume. El 30 por ciento restante lo importa, fundamentalmente de Brasil. “Hoy, entre el 80 por ciento y el 90 por ciento del cerdo que se consume en la Argentina, viene de granjas que tecnológicamente están a nivel mundial, tanto desde el punto de vista genético como nutricional”, dice el empresario. 

Mayor productividad 
Rodríguez advierte que la carne vacuna, en Argentina, siempre fue muy barata y señala que “producir un kilo de carne bovina es mucho más caro que obtener un kilo de carne aviar o de cerdo; estamos hablando de 5, 6 o 7 kilos de alimento contra los 3 kilos de alimento necesarios para lograr un kilo de carne porcina”. 
Explica que “hoy en cualquier establecimiento, una madre porcina produce 2.400 kilos vivos al año mientras que una madre bovina produce 400 kilos en no menos de dos años”. 
Leandro Acosta, responsable del establecimiento “El Aragonés”, de San Rafael, ratifica este desempeño productivo de los planteos intensivos con tecnología incorporada. 
“En mi granja -subraya- a una madre le hago dos partos y medio, más o menos, lo que equivale a entre 2.500 y 2.700 kilos de carne en pie, que rinden como mínimo el 80 por ciento al gancho (luego de la faena); mientras que un novillo debe estar rindiendo alrededor de 60 por ciento”. 

La unidad económica 
Cuál es la dimensión mínima de establecimiento y cuánto costaría ponerlo en marcha, podría ser el interrogante de quienes se plantean la posibilidad de entrar en el negocio. 
La verdad es que parece no haber recetas. Jorge Rodríguez dice que “para algunos, la unidad económica es un plantel de 1.000 madres pero nosotros tenemos 300, manejamos un mercado nuestro y podemos hacerlo”. 
Pucará tiene una población permanente de 3.200 cerdos; y envían a faena 110 animales por semana, con un peso de entre 100 y 105 kilos. Venden todo en el mercado local; entre el 60 por ciento y el 70 por ciento faenado, en medias reses, y el resto vivo. 
En “El Aragonés”, en cambio, tienen 120 madres en producción, en forma permanente y los números también cierran. El sector criadero lo manejan con tres personas (tienen más personal en la parte industrial donde elaboran, entre otros productos, los chacinados). 
Tienen entre 1.500 a 1.600 animales permanente. Envían a faena, por semana, entre 50 y 55 animales de 160 días (desde el nacimiento) con un peso de 110 kilos. 
Sobre la disponibilidad de alimento, que representa el mayor costo operativo del negocio, ambos coinciden en que los precios actuales -aunque Mendoza no produce maíz ni soja-, permiten cerrar las cuentas. 
Pucará hizo un intento, en algún momento, de producir sus propios granos para armar las dietas. “Logramos muy buenos rendimientos -recuerda Rodríguez- pero cuando uno hace el análisis económico de lo que obtiene de una hectárea de chacra bajo riego, en un año normal, se da cuenta de que conviene hacer ajo o tomate y comprar el maíz. Pero no descarto que sea una posibilidad en Mendoza”. 

La tecnología importa 
Leandro Acosta advierte que para hablar de ciertos números productivos, hay que disponer de un umbral de tecnología, “si no, esos números no se logran”. 
Pero advierte que “hoy por hoy, para arrancar de cero, el equipamiento tecnológico mínimo necesario tiene un costo de alrededor de U$S 9.000 por madre sin contar los animales, que terminan siendo lo más barato”. 
El costo de una madre puede ir de $1.500 a $2.000. “Pero si a esa cerda uno no le da las condiciones ambientales adecuadas, es como meter una Ferrari por una calle de tierra, con pozos”. 
Aún así, celebra la decisión del Gobierno de Mendoza de promover la producción porcina entre pequeños productores (ver aparte). Reconoce que “9.000 dólares por madre es mucho, pero se puede hacer un proyecto asociativo” donde distintos productores pueden cumplir roles diversos.
Cree posible, inclusive, adaptar instalaciones existentes en el campo o en las fincas (por más básicas que sean) y avanzar de a poco, aunque sin pensar en los rendimientos de un establecimiento intensivo. 

Algunas precauciones 
Jorge Rodríguez también apoya la iniciativa gubernamental. Señala que la provincia “tiene ventajas fundamentales para hacerlo, como el clima y tierra suficiente, porque hay muchos lugares donde se puede instalar un criadero sin producir contaminación”. 
Rodríguez, apunta un par de observaciones: en primer lugar, señala que “hay una tendencia mundial a la concentración de la producción porcina”. Además, recomienda tener en cuenta que “si le voy a dar a un productor una genética nueva, para poder manejarla debe estar adecuadamente asesorado para evitar el fracaso”. 
Sugiere, como opción, que haya un centro genético desde el cual se provea de lechones a los productores para que los críen y los engorden. Recuerda una experiencia (de entrega de reproductores) realizada por un municipio mendocino hace una década, que terminó en fracaso. 
Por otra parte, para que el sector pudiera crecer en Mendoza y proveer una porción cada vez mayor del consumo provincial, muestra la necesidad de desarrollar la tecnología de faena. “Hace falta crédito para mejorar lo existente y disponer de nuevos establecimientos. Hoy, el mercado exige normas estrictas”. 

Fuente: Agromeat

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