lunes, 29 de junio de 2015

Las frutillas quieren recuperar su sabor

El otoño caluroso y la multiplicidad de nuevas variedades plantea desafíos de manejo novedosos a los productores de Coronda. Buscan combinar las virtudes de la fruta de antaño con las ventajas que trajo la tecnología

Hablar de frutillas es hablar de Coronda. Desde hace casi cien años, la localidad cabecera del departamento San Jerónimo (Santa Fe) ha consolidado una tradición firmemente arraigada a un cultivo muy demandado por el mercado interno y externo. Con la campaña anual dando sus primeros pasos, es la “primicia” la que empieza a cosecharse en las parcelas corondinas y a recorrer largas distancias hacia los mercados de todo el país.
Según el INTA, en 2013 en Argentina el promedio de producción fue de 25.000 toneladas, lo que equivale a un 0.8% del total mundial. El 33,4% de la superficie implantada está en Buenos Aires, (470 has.), mientras que Santa Fe sigue en importancia con un 29,4% (414 has. entre Coronda y la Costa). En el primero se habían implantado 308 hectáreas, entre 107 productores cuyas superficies de las explotaciones van de 1 a 10 hectáreas. En la zona de la Costa Santafesina se implantaron 106 hectáreas.
Por eso, para interiorizarnos un poco más sobre el perfil de esta nueva campaña que comienza, acompañamos una gira de un grupo de asesores y productores, que contó además con una charla a cargo de un especialista en la materia llegado de Chile, como lo es Jack Dabiké Armstrong, gerente general de la firma Stoller en el país trasandino.
El visitante destacó la importancia de la multiplicidad de variedades que se utilizan en Argentina, aunque planteó la necesidad de adaptar el manejo para optimizar el potencial de cada varietal.
“En Chile venimos desarrollando un programa que lleva más de 5 años en la búsqueda de mayor productividad y calidad, a través de la adaptación de las variedades que vienen de EEUU (como la Camarosa) o las que vienen de España, al clima de nuestro país”. Para Dabiké se busca una planta equilibrada y en condiciones óptimas de desarrollo “que aproveche su potencial genético, y eso se expresa más o menos, en las condiciones climáticas adecuadas”, sostuvo.
“Me sorprendí gratamente con la enorme cantidad de variedades con las que trabajan en Argentina, donde se tuvo que ampliar el manejo tradicional de la Camarosa a estas nuevas, ya que no hay un programa único para aplicar en la frutilla. Esta realidad nos obliga a estar monitoreando los comportamientos de cada variedad y trabajar en consecuencia. Por eso, adaptarse al clima de cada país es fundamental”, insistió.
También contó que en Chile producen la frutilla en verano, por lo tanto el factor temperatura, calor y sol producen deshidratación. “De allí la necesidad de trabajar para darle las condiciones a la planta para que se exprese, y ahí se puede ir jugando con los distintos temas nutricionales, nosotros nos especializamos en el equilibrio hormonal”, agregó.
Para Dabiké, las raíces son el cerebro de la planta, y por eso ellos trabajan en un programa constante de fomento de los pelos radiculares. “Los mismos están de 7 a 14 días activos, lo que significa que en ese período son capaces de absorber agua, nutrientes, y sintetizar la hormona sitoquinina, que es la que desarrollan la planta y sus flores”, explicó.
Consultado sobre el aspecto y sabor de las nuevas variedades, explicó que el desarrollo genético fue mutando de plantas pequeñas y muy sabrosas a otras más vistosas. “Hoy se busca un fruto que entre por la vista, perfecto y rojo, que tú lo veas y lo desees. Y es una tendencia general: que la mayoría de los frutos que son muy vistosos terminan siendo menos sabrosos, es un tema que muestra hacia dónde va la agricultura y las tendencia de los consumidores, el desafío pasa por lograr las dos cosas, aún dentro de los limitantes varietales”.

Referente
En concordancia con los dichos del chileno se manifestó Floreal García, uno de los productores con más tradición en la zona. “A fines de la década del 40 tuve la suerte de saborear aquellas frutillas, con un sabor y un perfume que hoy se perdió, pero que estamos recuperando con variedades como la Sabrina (más resistente al manejo de los mercados) y la Sanandreas, que apuntan a recuperar aquellas virtudes. Si el tiempo acompaña podremos seguir produciendo frutillas en Coronda”, analiza García.
Según el productor, como en toda campaña, el clima juega un papel fundamental. “Un otoño muy caluroso hizo desarrollar mucho a las plantas, aunque no sabemos a ciencia cierta si enraizó lo suficiente como para después aguantarse la temporada (el frío)”, sostuvo. Si bien todavía no es tiempo de balances, el panorama “pinta bastante bien, los planteles están buenos, y la producción apunta a la primicia que está saliendo bastante bien”. También destacó que los precios estaban un poco por arriba de lo normal, “pero esto pasa por tratarse de los primeros lotes que están empezando a dar. Tucumán, (la zona productiva por excelencia) está empezando a entrar ahora en máxima producción, y los otros centros de producción como Corrientes y Mar del Plata, arrancan con fruta de regular calidad”.
Según anticipó García, todavía hay muy poco porcentaje de fruta en el mercado, “pero cuando esto se traduzca en miles de kilos el precio va a bajar a partir de agosto o septiembre. Si las temperaturas siguen bajas no va a avanzar mucho la producción, a pesar de los macro y microtúneles”.

Volver a los orígenes
García recuerda la época de sus abuelos, cuando los productores intercambiaban los plantines y trabajaban con una única variedad (la sanpedrina o la corondina), “y ahora con la tecnología se han empezado a diversificar con plantines de Florida o California, incluso estamos trabajando con plantas de procedencia española”. También acordó con su predecesor en que todo esto hace que se vayan implementando nuevas estrategias de manejo, “porque aquellas variedades requerían un determinado sistema y estas necesitan nuevas formas a las cuales debemos adaptarnos. A la Camarosa, que históricamente se trabajó en la zona, hoy la hemos dejado de lado”. Finalmente, destacó que la frutilla siempre ha sido un cultivo muy importante para ellos, un legado de familia que intentan transmitir a sus hijos.

Números
Sembrar una hectárea de frutilla tiene un costo entre $150 mil a $ 200 mil. Los micro túneles permiten cosechar dos veces por semana, y los macro túneles 3, con rindes superiores, que incluso llegan a duplicar a los primeros. Cada planta produce unos 800 gr. de fruta al año.

En EEUU desarrollan aplicación para combatir plagas
Los especialistas en fruticultura y diseño de softwares en computación de la Universidad de Clemson decidieron diseñar una aplicación telefónica que ayude a los agricultores. La misma es la primera aplicación para teléfonos que entrega información crítica de las enfermedades para los agricultores de frutillas.
“Los agricultores serán capaces de utilizar fungicidas eficaces y seguros en producciones de frutilla orgánica y convencional”, dijo Guido Schanbel, especialista en fruticultura quien trabajó con el diseñador Roy Pargas. En pocas palabras, la aplicación les dirá a los agricultores que es lo que deben hacer a través de registros de audios, imágenes y texto respecto a una enfermedad en particular y su manejo.
La versión Android de la aplicación ya está disponible en Google Play y para dispositivos ¡OS a fines de enero. Las frutillas son un importante cultivo agrícola en EEUU. y genera más de U$S 1.000 millones por año. En el suroeste, Florida es un gran productor, abasteciendo durante el invierno el mercado de la frutilla y California es el estado número 1 en el país.

Fuente: El Litoral

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