sábado, 25 de junio de 2016

Se descubrió la primera bacteria panresistente en un hospital argentino

El viernes último, mientras la mayoría del país se disponía a disfrutar del fin de semana XL, los microbiólogos de la Administración Nacional de Laboratorios e Institutos de Salud Doctor Carlos G. Malbrán (Anlis) tuvieron que ponerse a trabajar: una llamada telefónica les hizo saber que por primera vez se había detectado en un hospital argentino una bacteria "panresistente" (inmune a todos los antibióticos disponibles).
Si la película de la humanidad fuera una trama borgiana, se diría que esto es una broma del autor. Ahora que aprendimos a desmontar el abecedario de la vida, logramos escuchar la "música de la gravedad" (como llamó la física cordobesa Gabriela González a las ondas gravitatorias) y concretamos proezas tecnológicas sin precedente, un cúmulo de problemas que no reconocen fronteras amenaza con convertir a la especie humana en un gigante con pies de barro: el cambio climático, la pérdida de la biodiversidad, la
contaminación, el agotamiento de recursos... Y por si todo esto fuera poco, tenemos que vérnoslas con bacterias resistentes a esas drogas que parecían "mágicas" porque nos permitieron enfrentar sin temores desde un tratamiento odontológico hasta un trasplante.
Las complejidades de este desafío mayúsculo fueron tema de una jornada organizada esta semana en conjunto entre el Malbrán/Anlis y la Red Argentina de Periodistas Científicos (Radpc). Quedó en claro que no hay soluciones fáciles para enfrentarlo; entre otras cosas, porque si bien el uso de antibióticos en cuadros para los que no son útiles o en esquemas incompletos se cuentan entre las causas de la resistencia bacteriana, hay otras que exceden el consultorio médico. De hecho, alrededor del 80% de los antibióticos que se producen se consumen muy lejos de los hospitales. Según explicó Alejandra Corso, jefa del servicio de antimicrobianos del Malbrán, se calcula que en 2010 se emplearon 63.200 toneladas para el engorde del ganado, y que en 2030 esa cifra podría trepar a 105.600 toneladas para abastecer una demanda de 8500 millones de personas.
Las bacterias son los organismos más abundantes del planeta. Crecen hasta en desechos radiactivos y en la Antártida. Algunas pueden incluso sobrevivir en el espacio exterior. Se dice que en el cuerpo humano hay 10 veces más bacterias que células. La mayoría de ellas son benéficas, pero algunas pueden complicarnos la vida.
Hoy se sabe que se hacen resistentes con una efectividad pasmosa, y que luego esa resistencia se transmite a través del agua, la tierra y el aire.
"La Klebsiella (responsable de infecciones urinarias, pulmonares y de los tejidos blandos) -cuenta Fernando Pasteran, también del servicio de antimicrobianos- no sobrevive más de dos horas en superficies secas, pero puede vivir hasta 30 meses en medios húmedos, como las piletas o los codos de los tubos de desagüe de los lavatorios. Cuando bacterias resistentes se depositan allí, no se pueden eliminar ni con las cloraciones más extremas. Lo único que queda es cambiar la pileta. De allí van a las cloacas y a las napas, y hasta atraviesan las plantas de tratamiento de aguas."
Aunque maten a la bacteria, muchas veces los modernos sistemas no logran eliminar genes de resistencia que quedan flotando en el agua e ingresan en otro microorganismo (transmisión horizontal). Ni siquiera comunidades aisladas de Canadá, que soportan inviernos de -40 grados, están libres de los genes de resistencia a antibióticos. ¿Cómo llegan? En el abono para la tierra, y en los pescados y otros productos de mar criados, también, con antibióticos. Sin legislación que regule la acuicultura, la flora digestiva de los peces rápidamente adquiere resistencia al antibiótico al que fue expuesta, y cuando se practica en ambientes naturales, del 50 al 100% de las bacterias del sedimento se vuelven resistentes "posexposición".
Además, están los insectos. Basta que una mosca esté expuesta unos cuantos minutos a las heces del ganado para que adquiera resistencia a los antibióticos. ¡Y puede volar hasta 125 kilómetros! Ciertas aves carroñeras, como el milano negro, pueden transportar genes de resistencia de continente a continente.
Para complicar aún más el panorama, en las tres últimas décadas no hubo desarrollo de nuevos antibióticos. "Tenemos que pensar en los antibióticos como un recurso no renovable", subrayaron Corso y Pasteran. Más nos vale, si no queremos que la historia termine como una película de terror.

Fuente: La Nación

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