sábado, 1 de junio de 2013

El desafío en la huella hídrica

Cada producto que consumimos lleva consigo una porción de agua que se utilizó o contaminó, en forma directa o indirecta, en su producción. Es la que se expresa en los conceptos de “huella hídrica” y “agua virtual”. Por qué es importante su medición y reducción.

El 75% del planeta Tierra es agua, pero sólo un 3% es apta para consumo, ya que el 97% es agua de mar. En 2030, la brecha, entre la cantidad disponible y la demanda de este vital elemento, crecerá un 40%, presentando un enorme desafío para la alimentación y la sanidad de una población mundial cerca de los 10.000 millones de habitantes. 
Hoy, 800 millones de personas no tienen acceso al agua potable. Las enfermedades derivadas de esta falta son la segunda causa de mortalidad infantil. Las próximas guerras podrían ser por el agua, un recurso renovable pero cada vez más escaso, dado su uso irracional y la contaminación cada vez mayor. Uno de los conceptos vinculado con la sustentabilidad que cobra fuerza en la actualidad es el de ‘Huella Hídrica’. Se trata de un indicador del uso de agua directo o indirecto por parte de productores y consumidores, y que es factible de ser medido a nivel de un individuo, un producto, una organización o un país. Desconocido hasta hace pocos años, el concepto cada vez más
forma parte de la agenda de empresas locales en materia de responsabilidad social y es tan relevante como la huella de carbono, por la cual se mide las emisiones de gases de efecto invernadero a la atmósfera.
“La huella hídrica es el volumen total de agua dulce que se utiliza para producir los bienes y servicios consumidos por un individuo o una comunidad”, define María Virginia Vilariño, coordinadora de Energía y Clima del Consejo Empresario Argentino para el Desarrollo Sostenible (Ceads).
Explica que “el uso se mide en términos de agua consumida y/o contaminada, contemplando qué tipo de agua se utiliza y su dimensión espacio-temporal”, ya que no es lo mismo utilizar agua en una zona de escasez, o hacerlo durante un período de sequía”, que en una zona de abundancia o en temporadas de lluvia.
Existe, en la actualidad, una diferenciación entre "agua verde" (de lluvia), azul (de riego), gris (que ha incorporado fertilizantes y agroquímicos) y negra, de efluentes.
El "agua virtual", en tanto, es un concepto relacionado al de huella de agua, pero es únicamente cuantitativo. En este sentido, toma en cuenta el volumen de agua consumido, pero no su calidad.
Al comercializar sus mercancías, los países importan y exportan agua virtual, generalmente sin tener en cuenta el costo real del agua y los costos ambientales en los precios de sus productos.
Así, la Argentina, un país típicamente productor de granos y alimentos, exporta al mundo grandes volúmenes de agua virtual, que no son considerados en el precio de sus productos.

Mostrar lo invisible
“Para tomar una sóla taza de café, son necesarios 140 litros de agua; una rodaja de pan lleva 40 litros, y una remera de algodón 24.000 litros de agua”. Con este comentario, que amargaría el desayuno a más de un mortal, Ana Carolina Herrero, directora de la licenciatura en Ecología Urbana de la Universidad Nacional de General Sarmiento (UNGS) abrió su exposición durante el II Congreso Internacional del Agua en San Luis, realizado en forma reciente (ver recuadro).
Los datos provienen de mediciones de la huella hídrica de los distintos productos, estandarizadas por la llamada Water Footpint Association. “La huella hídrica hace visible lo invisible. Lo importante, entonces, no son los valores absolutos, sino tomar la medición como referencia para poder reducirla”, señaló la especialista durante su exposición,
El riego es la actividad que mayor huella hídrica genera, dado que el 66% del agua dulce mundial tiene ese destino. “El 17% de la superficie cultivable utiliza riego, y el 40% de los alimentos se producen bajo esta modalidad”, apunta Martin Pasman, productor agropecuario y especialista en sistemas de riego eficiente. “Si tenemos que aumentar la producción de alimentos en un 60%, va a faltar agua”.
En la Argentina, el 80% de los cultivos utilizan siembra directa, una modalidad que al evitar el arado de la tierra, permite una absorción más eficiente del agua y los nutrientes, y también reducir el uso de fertilizantes.
Los sistemas de riego más eficientes (entre ellos el riego por goteo o por aspersión) suelen requerir una inversión importante, que se recupera en el mediano plazo con el rendimiento de la cosecha.

Conciencia líquida
Las empresas argentinas, principalmente aquellas de mayor tamaño o vinculadas a mercados externos, están comenzando a medir la huella hídrica de sus productos y procesos, una iniciativa que demanda no sólo de inversión monetaria, sino de trasparentar los procesos.
“Es un ejercicio que requiere mucho tiempo y datos", apunta Vilariño, del Ceads. “Pero, con este análisis, las empresas pueden lograr identificar fallas y soluciones para un uso más eficiente del agua en sus propias operaciones y las de su cadena de valor”.
Aunque escasean, cada vez más empresas se suman al desafío de medir sus procesos. Una de ellas es Aguas Danone, que, según reportó a Socialmente Responsables, implementó un sistema de gestión hídrica dentro de sus plantas de elaboración de bebidas y yogures. La herramienta, llamada Spring (apócope de sustainable protection and resources managing), permite llevar un registro de los análisis físico, químicos y bacteriológicos, personal y recursos asignados, entre otros..
“En la planta de Villa del Sur, se redujo un 43% la tasa de uso de agua, lo que representa el consumo de agua durante un año de una población de 30.000 personas”, destaca Martín Deferrari, director de Calidad y Medioambiente de la firma. En el caso de la planta de Villavicencio, en Mendoza, la reducción fue del 20%, según reportes auditados.

Más acciones
La compañía de televisión satelital Direct TV, si bien no realiza mediciones de huella hídrica, implementó este año una serie de acciones para reducir el consumo de agua en sus oficinas, como la instalación de válvulas de cierre automático de los grifos y un sistema para uso de napas no potables en los baños. “Con estas medidas se ahorraron un 21% y 37%, respectivamente, en el uso de agua”, destaca Andrés Barbero, gerente de RSE de la compañía.
Por su parte, la multinacional de biotecnología agrícola Monsanto utiliza en sus plantas de procesamiento de maíz en las localidades de Rojas y Pergamino, sensores de humedad del suelo para llevar a cabo un riego de precisión, que brinda a cada cultivo la cantidad óptima de agua.
Asimismo, "en la planta de agroquímicos de Zárate, logramos reducir el uso de vapor de agua en las torres de enfriamiento, con las mismas condiciones de operación y calidad”, detalla Cecilia Inciarte, líder de Sustentabilidad de la compañía para la región Latinoamérica Sur.
En tanto, Pepsico lleva adelante, desde 2007, un programa llamado ReCon (conservación de recursos), que le permitió ahorrar, durante 2012, en la región de Lationamérica y el Caribe, 1.500 millones de litros de agua, equivalentes a 610 piscinas olímpicas.
“El objetivo para este año es alcanzar un ahorro adicional del 4%”, apunta Mariana Alberro, a cargo del programa para el Cono Sur. El año pasado, la compañía reinauguró su sistema de tratamiento de efluentes líquidos en la planta de snacks que posee en el partido de Vicente López, para lograr un mayor capacidad de procesamiento de agua.
A partir de cambios en sus procesos productivos y de la modernización de su planta de efluentes, a siderúrgica Acindar, hoy, perteneciente al grupo Arcelor Mittal, redujo dramáticamente (en un 98%) su consumo de agua. La firma posee una planta de recirculación de agua para enfriamiento de circuito cerrado, “lo que permitió reutilizar más de 21 millones de metros cúbicos de agua en 2012, y sólo reponer 35.000 m3”, destaca Carlos Vaccaro, gerente de Asuntos Externos. Existe un impacto asociado al uso de agua, y es el consumo energético, por lo que “minimizar pérdidas ayuda a reducir los costos”, apunta Carlos Bondoni, gerente de Desarrollo de Negocios de la compañía de automatización ABB.

Avances gota a gota
En los últimos cuatro años, la empresa CCU Argentina, elaboradora de las cervezas Schneider, Santa Fe, Salta y Bieckert, entre otras, redujo el consumo de agua en un 14%. “Por cada litro de cerveza envasada, la compañía utilizaba 8,63 litros de agua en 2009, cifra que hoy se reduce a 7,44 litros", señala Eduardo Cetta, gerente Industrial de CCU Argentina.
“Este ahorro equivale a 360 millones de litros, suficientes para abastecer a 500 familias argentinas durante un año”, añade.
La mejora se debe principalmente a una inversión de u$s 2,5 millones en equipos que permiten la reutilización del agua a lo largo de distintos procesos. Para 2020, la firma se ha fijado una meta aún más ambiciosa: consumir 4,5 litros de agua por cada litro de cerveza, un 40% menos que los niveles actuales.
Por su parte, la firma Xylem, productora de bombas de extracción de agua, "implementa en su planta de producción en Don Torcuato una evaluación del ciclo de vida de sus productos, que incluye el uso de agua, entre otros recursos", explica Osvalod Greco, director General de la filial argentina.
En el terreno de las acciones de concientización entre los consumidores, la compañía Culligan desa-rrolló un “mapa digital del agua" para determinar la calidad de agua en el territorio argentino. A través de su página web (www.culligan.com.ar), la firma ofrece a los usuarios analizar gratis mediante un test online y el envío de una muestra, la calidad del agua que consumen.
El uso eficiente y la reutilización del agua en los procesos productivos, minimiza los riesgos de falta de abastecimiento, disminuye el consumo energético y reduce los riesgos normativos en un escenario con mayores regulaciones sobre este recurso vital. “Hoy, es fundamental entender que el agua debe formar parte de la estrategia de sustentabilidad de las empresas”, sostiene Vilariño, del Ceads. Junto con la energía y el cambio climático, el agua es una problemática transfronteriza y global que ocupará un lugar cada vez más destacado en la agenda de las organizaciones y empresas.

Fuente: María Gabriela Ensinck - El Cronista

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