sábado, 18 de diciembre de 2010

Calidad agroalimentaria: cada vez más exigencias

Para ganar nuevos mercados internacionales, los productores están cada vez más obligados a lograr calidad en sus producciones. Y certificarlas, que es ponerle el sello legal a tanta dedicación cotidiana. Estar a la altura de lo que exigen los consumidores se ha convertido en sinónimo de excelencia.
“Sobre todo en los mercados de Europa y EE.UU., el consumidor demanda instrumentos que le garanticen la inocuidad de los alimentos, las condiciones de respeto medioambiental de la producción y los aspectos éticos y sanitario del empleado. En un mercado con cada vez más oferta, las certificaciones agregan un valor extra que hace la diferencia para el comprador”.
Así resume Jimena Garofoli, Responsable Técnico del Galpón de Empaque de Carleti S.A., empresa conocida por su excelencia en cerezas, la importancia de la certificación de la calidad agroalimentaria en el contexto actual de crisis y competitividad.
Es que para muchas empresas agroindustriales, cumplir a rajatabla con los requerimientos establecidos por los compradores significa crecer y abrir nuevos mercados. El éxito comercial se define desde las mismas buenas prácticas de cultivo, la calidad de la producción, la trazabilidad y la dedicación en todo el proceso.
La aplicación de normas internacionales de calidad ha recorrido un camino ascendente en la Argentina: más del 60% de las exportaciones del complejo agroalimentario argentino están alcanzadas por los condicionamientos normativos de calidad.
Por ejemplo, tanto en la Unión Europea como en los Estados Unidos, Canadá y otros países desarrollados, los productos que ingresen deben tener algún tipo de garantía de inocuidad alimentaria.
Así, el número de regulaciones técnicas y estándares se está incrementando, aunque el sistema más utilizado actualmente para garantizarla es el HACCP (Hazard Analysis and Critical Control Points).
Según explicó a BAE, el Ing. Agr. Mariano Salerno, de la Gerencia de Calidad y Capacitación de la Fundación ArgenINTA “en las dos últimas décadas han ocurrido una serie de crisis alimentarias que han alcanzado notoriedad mundial. Como reacción a estos eventos los consumidores agudizaron sus exigencias de inocuidad de los alimentos. También están cada vez más conscientes e interesados en el bienestar animal, en los problemas ambientales y en los problemas sociales que rodean la producción y el comercio de los productos agroalimentarios que consumen”.
Salerno apunta que como respuesta a semejante preocupación “se han desarrollado varios programas de certificación voluntaria creados por organizaciones privadas, gobiernos y por los mismos empresarios, que buscan satisfacer las exigencias de quien en última instancia decide o no comprar. Esto ha implicado que la demanda de certificaciones haya aumentado. Por poner un ejemplo, sólo el sello GLOBALGAP creció de 18 mil a 94 mil certificaciones realizadas en los últimos 5 años.”

Lista mínima
Desde el 2005 rige en la Unión Europea el reglamento 178/2002 que determina en términos de trazabilidad como primer paso, tener la información del manejo de la producción y cuál será su destino.
Los productos del sector frutihortícola con destino al Viejo Continente se encuentran así con mayores exigencias de los importadores en el cumplimiento y certificación del protocolo privado de Buenas Prácticas Agrícolas GLOBALGAP (ex EurepGAP). Esta iniciativa nació en 1997 a partir del acuerdo entre comerciantes minoristas europeos que desarrollaron normativas específicas que incluyen requisitos sobre inocuidad de los alimentos, respetando la salud, seguridad y bienestar de los trabajadores, así como el ambiente. GLOBALGAP abarca todo el proceso de producción del producto hasta que es retirado de la explotación.
Por otro lado, para los productos orgánicos, el principal destino continúa siendo la Unión Europea, sobre todo peras y manzanas. El segundo destino de importancia son los Estados Unidos, bajo la norma NOP, donde las frutas son, nuevamente, las más compradas seguidas por los cereales y oleaginosas. En tercer lugar, se presenta Suiza con un sistema de certificación diferente llamado Biossuise y los principales productos comercializados son los cereales y oleaginosas.

Otros sistemas y normas que son exigidos por los países importadores son:

- Safe Quality Food (SQF). Han sido implementados por varias compañías que operan en Asia, Medio Oriente, Estados Unidos, Europa y Sudamérica.

- International Food Standard (IFS). Es una norma creada por grandes empresas de distribución alemanas y francesas.

- ISO 22000. Sistema de Gestión de la Inocuidad Alimentaria. Es una norma internacional fundamentada en los principios del Análisis de Peligros y Puntos Críticos de Control.

Además de estas normativas algunas asociaciones de supermercados han desarrollado protocolos que especifican requisitos para los sistemas de gestión de la inocuidad de los alimentos. Entre éstos se pueden considerar:

- Global Food Safety Initiative (GFSI)

- British Retail Consortium (BRC, en Reino Unido)

- AIB (El AIB de Estados Unidos es una corporación sin fines de lucro)

- Nature`s Choice (Reino Unido)

- La Normativa de Chile “Sistema de Análisis de peligros y puntos críticos de control (HACCP)”, basada en la Norma Internacional de Codex Alimentarius, se encuentra en proceso de aprobación por parte del Instituto Nacional de Normalización (INN).

Orden afuera y dentro de casa
Sin duda, en todos los mercados se destacan los requerimientos relacionados con la trazabilidad como parámetro para medir su calidad. Esta característica es una herramienta de competitividad que se renueva constantemente.
Según Salerno, “Japón y Unión Europea se asoman como los más exigentes en este tema. Incluso, Estados Unidos ha implementado desde el 2001 una ley de bioterrismo que también lo hace un mercado muy exigente en cuanto al ingreso de alimentos”.
Un ejemplo de la importancia de la calidad a la hora de exportar sucede en las oleaginosas. Nuestro país se ha convertido en uno de los principales exportadores de granos, aceite y harinas de origen vegetal, ocupando el puesto número 17 como proveedores de la Unión Europea, seguido por países como Brasil, España, Alemania y Francia.
Existe una fuerte exigencia que se renueva constantemente a nivel internacional con respecto a los estándares; de hecho, Rusia, la Unión Europea y China imponen cada vez más limitaciones a la entrada de productos con niveles de salmonella, pesticidas o residuos.
¿Y hacia el mercado interno? Esa es harina de otro costal y merece una nota futura. Pero Jimena Garofoli, de Carleti S.A., da el pie al debate mientras sostiene con los hechos el premio ArgenINTA a la Calidad Agroalimentaria que ganaron en la última edición: “Aunque en el mercado argentino todavía no hay un reconocimiento de las certificaciones, quizás como efecto secundario, quien certifica normas también se esmera en mantener un nivel exigente en la calidad de fruta, y eso sí es reconocido por cualquier consumidor”.

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